Uno de los tratamientos para mejorar los síntomas de la enfermedad de Parkinson es la implantación de electrodos para realizar una estimulación cerebral profunda y así conseguir, mediante impulsos eléctricos, disminuir la rigidez, mejorar el movimiento y reducir los temblores. Este tratamiento también consigue la reducción de la medicación y con ello los efectos secundarios derivados de los mismos.
No todos los pacientes requieren de la implantación de los electrodos ya que es el especialista el que debe determinar el mejor tratamiento. Aun así, en aquellos casos en los que la aplicación de electrodos se recomienda, la tecnología ha permitido que se pueda realizar la intervención con mayor precisión mediante la robótica. Además, en la cirugía realizada manualmente el paciente debe estar despierto para así poder comprobar que la implantación de los electrodos ha sido exitosa. El robot, al ser preciso al milímetro, no requiere que el paciente esté despierto y reduce el tiempo de intervención.
El procedimiento es el mismo que en la cirugía manual, es decir se colocan dos electrodos, uno a cada lado del cerebro. Esos electrodos, conectados a una batería situada bajo la clavícula del paciente, van realizando pequeñas descargas eléctricas que consiguen la reducción de los movimientos involuntarios del paciente. En todo esto la robótica marca la diferencia y es que la mano del cirujano siempre va a tener más margen de error que esta técnica que, en este tipo de intervención en concreto, supone menos de 0,3 milímetros de margen de error.
Hasta el momento en nuestro país ha sido la clínica Teknon de Barcelona la encargada de realizar esta técnica por primera vez a una paciente de 67 años. En la actualidad el Parkinson no tiene cura pero con este tipo de tratamientos se consiguen mejorar los síntomas de una enfermedad que merma de forma notable la calidad de vida de los pacientes.
Cada vez son más áreas de cirugía las que confían en la aplicación de la robótica por su precisión, mejora de la visión, reducción de sangrado y riesgo en la intervención y finalmente una reducción de la estancia hospitalaria entre otras ventajas.