Solo en nuestro país el 35,7 de las personas adultas padece sobrepeso y el 16,9 obesidad. Estas cifras según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su última encuesta revelada hace pocos meses parecen ir en aumento, considerándose una posible pandemia en un futuro si no se pone remedio.
Además de los efectos negativos que entraña la obesidad por sí misma para la salud, el sobrepeso o la obesidad suponen un riesgo a la hora de realizar una intervención quirúrgica a un paciente.
En estos casos, sea el tipo de intervención que sea, el cirujano debe llevar a cabo una evaluación cuidadosa del estado del paciente y de otros factores que en una situación de normopeso del individuo no se debe plantear. Por ejemplo, la colocación del paciente para obtener una mayor maniobrabilidad es fundamental. Además de esto se debe prestar más atención a su salud cardiovascular, a su ritmo cardiaco, edad, sexo y posibles alteraciones en niveles de electrolitos. Otra de las cosas a considerar es la ventilación mecánica y finalmente la estancia hospitalaria, que siempre es mayor en los pacientes con exceso de peso.
Además del preoperatorio, que es más exhaustivo, a muchos de los pacientes se les recomienda bajar de peso o bien controlar los factores de riesgo cardiovascular antes de la intervención para así reducir el riesgo quirúrgico. Aun así, un estudio realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de Alberta, en Canadá, analízó los resultados en pacientes con obesidad mórbida, es decir con índice de masa corporal superior a 35. En la investigación se analizaron datos de 111 y se llegó a la conclusión de que el 40 por ciento tuvo la necesidad de ser llevado a la unidad de cuidados intensivos, el 42 por ciento tuvo complicaciones post-operatorias y el 31 por ciento necesitó ser intervenido nuevamente. Los datos del estudio revelan claramente que ante una intervención los pacientes con un exceso de peso elevado tienen más complicaciones y finalmente más riesgo de mortalidad.
Son muchas las situaciones en las que los pacientes no pueden esperar a bajar de peso para ser intervenidos por la gravedad de la patología. Es en estos momentos donde la cirugía robótica asistida por Da Vinci cobra mayor relevancia ya que puede facilitar la tarea al cirujano y reducir el periodo de espera para un paciente que debe ser intervenido de forma rápida.
Con el sistema Da Vinci el cirujano dicta los movimientos de los brazos robóticos dentro del paciente. Las ventajas de este sistema permiten, como ya hemos señalado en anteriores ocasiones, mayor libertad de movimiento, ergonomía, eliminación del temblor del cirujano, posibilidad de trabajar en espacios más reducidos, reducción de la fatiga del cirujano y finalmente permite realizar tareas más delicadas y precisas. Estas ventajas se hacen especialmente relevante en el caso de pacientes obesos, en los que la capacidad de maniobra del cirujano se reduce notablemente y el cuerpo del paciente en sí es una propia barrera para la intervención.
Además de las mejoras que supone el robot Da Vinci para los pacientes en general, en el caso de los pacientes con sobrepeso u obesidad, el sistema Da Vinci posee unas cánulas especiales que el cirujano coloca en los brazos para que la movilidad dentro del paciente sea más segura.
En definitiva con el sistema Da Vinci, aquellos pacientes que tienen un peso de alto riesgo ante una intervención tienen una posibilidad más segura de ser operados, con una tecnología que favorece y mejora la disección y la reconstrucción. La cirugía robótica se presenta como una opción útil e idónea en pacientes con sobrepeso u obesidad ya que permite trabajar en espacios reducidos donde existe gran cantidad de grasa corporal, mejorando así la ergonomía del cirujano y facilitando su tarea en casos complejos en los que la precisión es la máxima.
