Aproximadamente el cincuenta por ciento de las mujeres pierden el apoyo o firmeza del suelo pélvico y se estima que el once por ciento de ellas serán sometidas a algún procedimiento quirúrgico para el prolapso del suelo pélvico o para la incontinencia urinaria.
Se ha demostrado que la sacrocolpopexia abdominal (técnica empleada para tratar los prolapsos pélvicos) tiene alto éxito a largo plazo y más satisfacción para el paciente, tanto la cirugía robótica como la laparoscopia, que las opciones de cirugía abierta. Estos enfoques mínimamente invasivos ofrecen a los pacientes una serie de ventajas como una menor estancia hospitalaria, menos pérdida de sangre y una recuperación más rápida.
La decisión de proceder entre un enfoque u otro siempre dependerá de varios factores como la preferencia de paciente y cirujano, la experiencia laparoscópica de este último y el acceso al equipo.
Las preferencias del paciente deben ser primordiales a la hora de escoger el tipo de intervención, junto con la evaluación de la disfunción miccional y otras comorbilidades médicas. También se debe tener en cuenta si la preservación uterina sería una opción para el manejo del prolapso pélvico.
La histeropexia (fijación del útero desplazado) podría ser la opción adecuada para las mujeres jóvenes con síntomas de prolapso de los órganos pélvicos que desean seguir siendo fértiles o evitar las posibles complicaciones de la histerectomía. En estos casos el abordaje robótico puede tener añadidos como el de menor riesgo intraoperatorio o postoperatorio así como la disminución de la estancia hospitalaria y de pérdida de sangre.
En cualquier caso los estudios muestran que las pacientes deben recibir un buen asesoramiento y adecuado con toda la información disponible para que sepan todas las opciones y además para reducir la posible insatisfacción postoperatoria.
Los diferentes abordajes actuales pueden seguir desarrollándose ya que existen informes de sacrocolpexia laparoscópica de un solo puerto.
Si deseas conocer más sobre este artículo realizado por el doctor Daniel S. Elliott, professor asociado del departamento de urología de la clínica Mayo, en Estados Unidos, puedes hacerlo a través del siguiente enlace:
